viernes, 17 de julio de 2009

Bolivia

Me despierto vomitando… va a ser un día duro, nos vamos al Huayna Potosí. El viaje no va mejor, tengo que sacar varias veces la cabeza por la ventanilla para expulsar necesariamente la cena de ayer. Aún así intento subir hasta campo alto, pero veo que es imposible a los 10 minutos de andar, así que me doy la vuelta y regreso al refugio. Diego y Fer tiran hacia arriba.
La noche no es mejor, llevo tirado desde casi el mediodía y no mejoro, así que mi intención de intentar cumbre desde abajo se desvanece.
Por la mañana subo al campo alto (1hora y media, aunque dan 3 horas) para esperar a que bajen y ayudarles a desmontar, durante esta ascensión incluso me embarco en una parecilla donde me encuentro unas gafas de sol.
Por fin llegan, y comentan que ha sido una ascensión bastante facililla (4 horas) en la que esperaban algo más, aunque un guía les dijo que el camino era por el contrario al que el se metió (por eso no llegaron los primeros a cima jaja, lo cual no nos había ocurrido hasta entonces), lo cual a mi me desanima por no poder ni siquiera haberlo podido intentar.
Cuando llegamos al refu, nos enteramos de que una joven se mató el día anterior en la pared donde yo me embarqué (seguramente las gafas sean suyas) y que ha habido un accidente en la cara oeste de la montaña. Obviamente en este país no hay helicóptero ni equipo de rescate, son los mismos guías los que participan en estas operaciones, con lo que lleva mucho tiempo trasladarlos e incluso es difícil que ocurra ya que tienen que atender a su empleo diario como guías.
Diego se marcha el domingo, ha adelantado el viaje unos 10 días al no encontrarse con lo que esperaba en Bolivia.




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